martes, 4 de marzo de 2014

"Engagement" en el aula.

En la actualidad, hay un término inglés que se ha popularizado enormemente en distintos campos y disciplinas, también en la Educación. Se trata de la palabra engagement. Un término no muy fácil de definir pero que se refiere a un tipo de relación personal basado en la fidelización, en el compromiso y en la motivación. 
enamorar
¿Cómo conseguir el  engagement con nuestros alumnos?
A lo que me refiero con la palabra engagement es a enamorar: conseguir conectar con los alumnos, que se alegren de vernos, que esperen con ilusión la clase que les vamos a impartir, que sean capaces de ver en nosotros a un modelo, a alguien cercano. 
Estas son algunas claves que pueden funcionar:
1. Entra sonriendo. El lenguaje no verbal es fundamental a la hora de comunicarnos y la entrada en el aula es un momento muy importante porque influye en cómo se desarrollará la sesión lectiva. Debemos intentar siempre entrar con una sonrisa, porque es contagiosa, porque siempre habrá algún alumno que te devolverá en algún momento esta sonrisa... y con ese alumno habrás conseguido conectar muy probablemente hasta el final de la clase. No es comprensible el empeño de muchos docentes en entrar con el semblante serio o proyectando cierto enfado como si eso implicase un mayor control del aula y una mayor disciplina. Es preferible enseñar desde la sonrisa. Tiempo habrá, si es necesario, de ponerse serios durante la sesión lectiva.
2. Cuenta una anécdota. Las anécdotas, nuestras o de otras personas, tienen un enorme poder de seducción para los alumnos. Debemos ser capaces de poder usar estas anécdotas de una forma inteligente, dosificándolas a lo largo de una clase. Son una excelente forma de captar la atención, de disminuir conductas disruptivas, de encandilar a los alumnos. Se puede y se debe enseñar contando historias, contando anécdotas. Y tan importante es contarlas como que nuestros alumnos también puedan hacerlo.
3. Finaliza la clase con un vídeo. Este truco no falla nunca. Es importante diversificar los distintos materiales de que disponemos. Si contamos en clase con equipos de audio y pantallas digitales o proyectores, conexión a internet, etc. debemos aprovecharnos al máximo de estos recursos. Poner un vídeo al final de la sesión es una excelente forma de decirles a tus alumnos que han hecho un buen trabajo durante la sesión, que estás satisfecho y agradecido por ello, y que quieres recompensar este esfuerzo con un tipo de material que permite la distensión y la relajación. Es un momento para disfrutar con ellos. Es recomendable que sean vídeos que no superen los cinco minutos y que, en la medida de lo posible, guarden relación con el currículo de la Unidad Didáctica que estés impartiendo. 
4. Aprende de tus alumnos. No hay mejor manera de enamorar que hacerles ver a tus alumnos que ese día ellos te han enseñado algo. Se pueden aprovechar las asignaturas que hayan tenido ese mismo día, buscando pistas en la propia pizarra. Hazte el curioso, y deja que ellos te enseñen algo que saben, algo que para ellos tiene cierto valor y escúchales con atención, de forma activa, asintiendo con la cabeza. Hazles sentir importantes, hazles sentir que ellos también tienen algo que decirte.
5. Da o presta algo que sea tuyo. En el maletín de un docente hay algunas cosas que nunca pueden faltar: pañuelos de papel, material escolar, etc. son algunas de esas cosas. A los alumnos les encanta que les demos o prestemos algo. La acción de coger el maletín y sacar algo de dentro y dárselo al alumno es visto por muchos de ellos como algo muy a valorar. En ocasiones puedes hacerles ver que se lo prestas indicándoles que para ti es algo importante, que deben responsabilizarse de este material prestado y devolvértelo al final. En ese momento estarás creando un vínculo entre tú y el alumno, y podrás aprovechar para hablar con él cuando te lo devuelva.
6. Di o haz algo inusual. No se trata de hacer el payaso en clase, sino de llevar a cabo algunas actuaciones que se salen de lo normal en una clase lectiva. Puede ser un gesto, un movimiento, cantar una canción, recitar un poema, cambiar el tono de voz, andar de puntillas hacia un alumno que está medio dormido… Estas extravagancias tienen un poder tremendamente efectivo, porque descolocan al alumno y al mismo tiempo consigues arrancarle una sonrisa de complicidad. Haz de la sorpresa una de tus mejores armas para enamorar a tus alumnos.
7. Intercambia los papeles. Muchos de vosotros sabéis el poder de atracción que tiene la silla del profesor en el aula. Cuántas veces habremos entrado en el aula y nos habremos encontrado con que hay un alumno sentado en la silla del profesor. Pues bien, a lo largo de la sesión lectiva puede ser un excelente recurso para enamorar a tus alumnos el intercambiarse los papeles. Puede hacerse cuando estemos repasando algunos conceptos de una Unidad Didáctica y entonces nos sentamos en la silla de alumno y el alumno en la nuestra. Se produce una situación que a los alumnos siempre les choca y que, bien gestionada, hace que se produzca un momento de distensión en el aula.
8. Convierte a un alumno en protagonista. No hay nada que nos guste más que sentirnos especiales. No existe mejor manera de conectar con las personas que haciéndoles ver lo importantes que son para uno. Proyectemos esta idea en nuestros alumnos, para hacerles sentir especiales, potenciando sus cualidades y sus virtudes. Así, lograremos establecer un vínculo que nos beneficiará enormemente, porque la respuesta que tendrá ese alumno será de gratitud. Y la gratitud es una muy buena compañera para enseñar y para aprender.
9. Crea expectativas. Tenemos que ser capaces de vender nuestro producto. Y hacerlo de la mejor manera posible. En el mundo del marketing el mejor producto es aquel que mejor se vende, independientemente de si es mejor o peor. Así que nosotros debemos vender aquello que enseñamos mediante la creación de expectativas. La creación de expectativas son muy útiles al inicio de una sesión lectiva. Una vez entremos en el aula, lo primero que debemos hacer es dar a conocer nuestro producto, lo que enseñaremos. Y hacerles ver que será algo único, especial, diferente, maravilloso, increíble. Estas expectativas serán recogidas por nuestros alumnos y la predisposición para su aprendizaje será mucho mayor.
10. Bromea.  Se puede y se debe aprender jugando y bromeando. Cuando bromeamos estamos enseñando a nuestros alumnos que nos podemos reír con la gente y no de la gente. Una broma dicha a tiempo es un arma tremendamente poderosa para establecer un vínculo emocional con nuestros alumnos. Favorece el lenguaje figurado, rebaja la tensión, crea distensión, sirve para establecer transiciones entre las diversas actuaciones en el aula.
alumno
Estos trucos tienen una muy fácil realización dentro de un aula y son aplicables a todas las edades. Debemos reflexionar sobre cuál es nuestro papel en el aula y qué hacemos para capar la atención, para enseñar a nuestros alumnos, para seducirles con nuestras palabras y nuestros gestos, para, en definitiva, enamorarles. Esforcémonos entonces en ganarnos a nuestros alumnos, para que este enamoramiento les propicie una mejor predisposición en sus procesos de enseñanza-aprendizaje.

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