lunes, 26 de enero de 2015

Resiliencia

Gran concepto el de la resiliencia. Todos necesitamos mucho de esto.

La resiliencia es la "capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas" (diccionario de la RAE). Por tanto, se trata de un proceso de adaptación a las experiencias de vida difíciles o extremas de modo que uno pueda salir fortalecido de ellas. Sin embargo, pese a su interés para posibilitar el desarrollo integral de nuestros alumnos, la resiliencia es un término que no se tiene demasiado en cuenta en los centros escolares y mucho menos en los currículos de la mayoría de las asignaturas. 

En una sociedad donde cada vez se corre más, donde impera la cultura de la inmediatez y donde se niega el fracaso, se hace más necesario que nunca que elaboremos estrategias conjuntas para formar alumnos no sólo desde el punto de vista intelectual, sino también y, sobre todo, desde el punto de vista emocional. La resiliencia permitirá que nuestros alumnos estén preparados para afrontar de un modo adecuado los reveses que puedan padecer a lo largo de su vida.

De hecho, la resiliencia no es una cualidad innata, aunque sí puede haber una tendencia genética que puede predisponer a tener un “buen carácter”. La resiliencia es algo que todos podemos desarrollar a lo largo de la vida. Hay personas que son resilientes porque han tenido en sus padres o en alguien cercano un modelo de resiliencia a seguir, mientras que otras han encontrado el camino por sí solas. Son personas que han tenido que luchar contra situaciones adversas o que han experimentado varias veces el fracaso y no se han dado por vencidas. Al encontrarse al borde del abismo, han dado lo mejor de sí y han desarrollado las habilidades necesarias para enfrentar los diferentes retos de la vida. Esto nos indica que todos podemos ser resilientes, siempre y cuando cambiemos algunos de nuestros hábitos y creencias.

Para las personas resilientes no existe una vida dura, sino momentos difíciles. Se trata de una manera diferente y más optimista de ver el mundo ya que se es consciente de que después de la tormenta llega la calma. De hecho, estas personas a menudo sorprenden por su buen humor y nos hacen preguntarnos cómo es posible que, después de todo lo que han pasado, puedan afrontar la vida con una sonrisa en los labios.






Características de las personas resilientes:
  1. Son conscientes de sus potencialidades y limitaciones. El autoconocimiento ayuda a enfrentar adversidades y retos, y las personas resilientes saben usarlo a su favor. Estas personas saben cuáles son sus principales fortalezas y habilidades, así como sus limitaciones y defectos. De esta manera pueden trazarse metas más objetivas que no solo tienen en cuenta sus necesidades y sueños, sino también los recursos de los que disponen para conseguirlas.
  2. Son creativas. La persona con una alta capacidad de resiliencia es consciente de que tras una experiencia dolorosa las cosas no pueden volver a ser lo mismo, pero será capaz de transformar esa experiencia en algo bello o útil. De lo vil, saca lo precioso.
  3. Confían en sus capacidades. Al ser conscientes de sus potencialidades y limitaciones, las personas resilientes confían en lo que son capaces de hacer. No pierden de vista sus objetivos y se sienten seguras de lo que pueden lograr. No obstante, también reconocen la importancia del trabajo en equipo y no se encierran en sí mismas, sino que saben cuándo es necesario pedir ayuda.
  4. Asumen las dificultades como una oportunidad para aprender. Las personas resilientes son capaces de ver más allá de los momentos difíciles y no desfallecen. Asumen las crisis como una oportunidad para generar un cambio, para aprender y crecer. Saben que esos momentos no serán eternos y que su futuro dependerá de la manera en que reaccionen. Cuando se enfrentan a una adversidad se preguntan: ¿qué puedo aprender yo de esto?
  5. Practican el 'mindfulness' o conciencia plena. Tienen el hábito de estar plenamente presentes, de vivir en el aquí y ahora. El pasado no es una fuente de culpabilidad y el futuro no les asusta. Son capaces de aceptar las experiencias tal y como se presentan e intentan sacarles el mayor provecho. Disfrutan de los pequeños detalles y no han perdido su capacidad para asombrarse ante la vida.
  6. Ven la vida con objetividad, pero con optimisto. Al ser conscientes de que nada es completamente positivo ni negativo, se esfuerzan por centrarse en los aspectos positivos y disfrutan de los retos. Desarrollan un optimismo realista.
  7. Se rodean de personas que tienen una actitud positiva. Las personas que practican la resiliencia saben cultivar sus amistades y se rodean de personas que mantienen una actitud positiva ante la vida y evitan a aquellos que se comportan como vampiros emocionales. De esta forma, logran crear una sólida red de apoyo que les puede sostener en los momentos más difíciles.
  8. No intentan controlar las situaciones. Querer controlar todos los aspectos de nuestra vida es una fuente de tensiones y estrés. Las personas resilientes saben que es imposible controlar todas las situaciones, han aprendido a lidiar con la incertidumbre y se sienten cómodos aunque no tengan el control.
  9. Son flexibles ante los cambios. A pesar de que las personas resilientes tienen una autoimagen muy clara y saben perfectamente qué quieren lograr, también tienen la suficiente flexibilidad como para adaptar sus planes y cambiar sus metas cuando es necesario. No se cierran al cambio y valoran las diferentes alternativas, sin aferrarse obsesivamente a sus planes iniciales o a una única solución.
  10. Son tenaces en sus propósitos. El hecho de que las personas resilientes sean flexibles no implica que renuncien a sus metas, al contrario, si algo las distingue es su perseverancia y su capacidad de lucha. Tienen una motivación intrínseca que les ayuda a mantenerse firmes y luchar por lo que se proponen.
  11. Enfrentan la adversidad con humor.Son capaces de reírse de la adversidad. La risa les ayuda a mantenerse optimistas y les permite centrarse en los aspectos positivos de las situaciones.
  12. Buscan la ayuda de los demás y el apoyo social. Cuando las personas resilientes pasan por un suceso potencialmente traumático su primer objetivo es superarlo, para ello, son conscientes de la importancia del apoyo social y no dudan en buscar ayuda profesional cuando lo necesitan.

Maneras de enseñar la resiliencia a nuestros alumnos. 

Si queremos que nuestros alumnos afronten las dificultades de la vida con fortaleza es importante educarles en la capacidad de ser resilientes, para ello es fundamental el ejemplo personal, no sobreprotegerles y sobre todo creer en ellos. No se trata de evitar que se caigan, sino de enseñarles a levantarse, y para ello tenemos que confiar en que ellos pueden. Algo importante que podemos preguntarles cuando tienen un contratiempo si queremos que desarrollen la resiliencia es: ¿qué puedes aprender de esto? o ¿qué puedes sacar bueno de esto que ha ocurrido?

Estas sencillas pautas nos pueden ayudar para enseñar resiliencia a nuestros alumnos.
  1. Enseña a hacer preguntas. En ocasiones puede ser importante no sólo pedir respuestas a nuestros alumnos, sino enseñar a elaborar preguntas. Las preguntas invitan a la reflexión, a la introspección y ello puede ser determinante en el caso de que un alumno pase por un momento personal difícil. Enséñale a formular preguntas abiertas y ayudarás a tus alumnos a ser más reflexivos y capaces de verbalizar sus preocupaciones y adversidades.
  2. Enseña la bondad. Se trata de un recurso tremendamente efectivo. Consiste simplemente en pedirles que durante un día piensen en hacer un favor a alguien que les importe. Una vez hecho este favor deben verbalizarlo, es decir, explicarlo en voz alta en clase. Los denominamos actos de bondad son un arma muy poderosa no sólo por el acto de bondad en sí, sino por la gratitud que recibimos por dicho acto. Si educas a tus alumnos en la bondad, les educarás también en la gratitud, serán más sensibles a lo que les rodea y les permitirá afrontarlo con la mejor de las predisposiciones. La gratitud es la que pone la perspectiva a los acontecimientos que podemos considerar como dramáticos.
  3. Enseña hábitos saludables. Se trata de un aspecto fundamental si queremos educar a nuestros alumnos en la resiliencia ya que una rutina saludable permitirá a los alumnos afrontar con mejores garantías cualquier adversidad que se les presente. Y por hábitos saludables debemos entender el ejercicio físico, dormir las horas necesarias, comer de forma saludable y evitar situaciones estresantes. Con estos cuatro hábitos las posibilidades de afrontar con éxito una crisis siempre aumentarán.
  4. Enseña a ser útil. Debemos esforzarnos para que todos nuestros alumnos de una forma u otra se sientan útiles. Si conseguimos que tengan la sensación de que sirven para algo, automáticamente estaremos ayudando a nuestros alumnos a elevar su autoestima. Serán alumnos felices y esta felicidad podrá ser determinante no sólo para afrontar sus adversidades, sino también para ayudar a sus compañeros ante cualquier dificultad que surja.
  5. Enseña una actitud positiva. Ser positivo consiste en valorar por encima de todo aquello que tienes. Esta actitud está muy ligada al autoconcepto que cada uno tiene de sí mismo. En una sociedad tremendamente consumista hay que invertir los valores que tienen los alumnos, es decir, hay que ayudarles a valorar todo aquello de lo que disponen más que lo que les falta. Hay que hacerles ver de manera consciente qué es aquello que tienen y qué es lo que más valoran de lo que tienen, tanto en lo material como en lo que a las personas y a sus cualidades se refiere. 
  6. Potencia habilidades. Este es otro aspecto también va muy ligado al autoconcepto. De lo que se trata es de que sean los propios alumnos los que descubran por sí mismo cuáles son sus habilidades, es decir, en qué son buenos, en qué pueden llegar a ser los mejores. Una vez lo hayan descubierto, nosotros los docentes debemos potenciarlo al máximo con los recursos que tengamos. Pensar en el potencial que puede suponer una clase de treinta alumnos. Son treinta potencialidades distintas. Es un tesoro enorme del que ellos no tienen conciencia. Estas habilidades podrán resultar claves para poder superar experiencias que se consideren traumáticas.
  7. Enseña a resolver problemas. La resolución de problemas, o de conflictos, es un aspecto que cada vez se tiene más en cuenta en los centros escolares. Debemos ver el conflicto como una oportunidad, es decir, como una posibilidad de resolución. En este sentido las comisiones de convivencia de los centros escolares resultan claves y la formación de alumnos mediadores son una extraordinaria oportunidad de gestionar conflictos no individuales, sino de centro. Aquellos centros escolares que tejen una buena red de mediadores, serán centros que estarán mucho más preparados para afrontar las adversidades que puedan surgir a lo largo de un curso escolar. 
  8. Fomenta la autoestima. La autoestima puede jugar un papel decisivo para hacer frente a cualquier tipo de adversidad. De ahí que debamos insistir en reforzar al máximo la autoestima de nuestros alumnos. Y podemos hacerlo a través de lo que denomino el refuerzo positivo incondicional, es decir, recordando y verbalizando lo mejor de cada uno de tus alumnos, celebrando sus logros y compartiéndolos con el resto.
  9. Crea redes de apoyo. Es fundamental transmitir a nuestros alumnos que nunca estarán solos ante una adversidad, sea del tipo que sea. De ahí que es muy recomendable establecer redes de apoyo entre compañeros, establecer grupos, alianzas entre los miembros de un mismo grupo. De lo que se trata es crear vínculos, de crear amistades que puedan perdurar en el tiempo y que en la adversidad se conviertan en una red de seguridad. A través de esta red de apoyo los alumnos pueden dar lo mejor de sí en cada momento y retroalimentarse de la gratitud y de la bondad que reciben por parte de sus compañeros.
  10. Enseña perspectiva. La perspectiva no es más que el punto de vista desde el cual analizamos la realidad que nos rodea. Por eso es tan importante enseñarla a nuestros alumnos. Ante una situación adversa, la perspectiva juega un papel fundamental para la superación de la misma. De lo que se trata es de descentralizar el foco del dolor y del sufrimiento a través, precisamente, de la perspectiva. Con la perspectiva lo que lograremos es relativizar el problema, es decir, disminuir su magnitud. A mayor perspectiva, mayor visión. Y a mayor visión, mayor será la posibilidad de superar una situación traumática.
Estas son algunas de las actuaciones que pueden hacer que nuestros alumnos desarrollen la resiliencia

Fuentes:

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